Veo gentes, gentes reconocibles entre sí, pero totalmente
desconocidos para mí. Gentes que al igual que yo, les pasará el tiempo, los
años, y con ellos ¿quién sabe? la memoria imperecedera comenzará a
desfibrilarse haciéndose difusa y obtusa además de incoherente.
En un tiempo también reí con amigos en un bar, con la
familia compartía momentos cotidianos y felicidad etérea, hasta el ámbito
laboral disfrutaba sin descubrir lo importante que es desarrollar la psique y
mantenerla discursiva. Reía, si, reía sin la espera del mañana difuso, como
ríen hoy quien me paro a observar con el recuerdo sin memoria del instante.
Qué se vendrá a la memoria de quien hoy ríe alegremente y
disfruta del momento, sin presentir el horizonte desolado e inquietante que le
depara tras el tiempo desvanecido por Kronos. Esto solamente es un
instante efervescente y pasajero, qué digo, si antes de que termine mi
reflexión puede ser que no recuerde nada, tan solo siga observando esas risas,
alegrías, y momentos compartidos, tan iguales, tan parecidos a los míos. Pues
se que fueron míos, se que tuve esos momentos, el no recordar me inquieta,
pero: ¡tengo derecho! he de haber tenido esos momentos, quizás etéreos, pero
momentos que me pertenecen aun no siendo mantenidos en mi recuerdo.
Cualquier cotidianeidad es una prueba dura y nueva en mi
actuar, no concibo el método, lo sistémico, aunque se perfectamente el fallo
que continuamente se apodera de mí, "la memoria", mi nuevo pecado o
error es no recordar simples actos, nombres, caracteres, facciones, qué se
yo..., todo un delirio de incomprensión.
Me siento mal cuando alguien, precisamente ese alguien como
definición de lo desconocido o "desreconocido", de un momento a otro
me observo desconcertando a quien entabla una conversación, sobre todo cuando
detectan que "salgo por lo cerros de Úbeda", como si para mi tuviera
muchas conversaciones en mi consciente eligiendo a cada una a placer, sin
previo aviso al interlocutor, quedando éste "out of" del juego del
diálogo, "desconcertado" sin respuesta sobre todo sincera que
reconforte mi patología. En ese momento, ese preciso instante que se me quedan
mirando con la vista perdida, es cuando siento como si me lo vieran, como si lo
llevara en mi frente escrito, como una marca: "Alzheimer". Y entonces
me toco la frente, a veces pienso en correr hacia el lavabo y poder observar en
el espejo, qué pinta tiene ese dichoso "gusano" que delimita mis
recuerdos, pero qué más da, pasa ese instante y ya..., "no me
acuerdo".
Jorge Vidal.
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