viernes, 14 de junio de 2019

Yo también…, ¡era!


Veo gentes, gentes reconocibles entre sí, pero totalmente desconocidos para mí. Gentes que al igual que yo, les pasará el tiempo, los años, y con ellos ¿quién sabe? la memoria imperecedera comenzará a desfibrilarse haciéndose difusa y obtusa además de incoherente.

En un tiempo también reí con amigos en un bar, con la familia compartía momentos cotidianos y felicidad etérea, hasta el ámbito laboral disfrutaba sin descubrir lo importante que es desarrollar la psique y mantenerla discursiva. Reía, si, reía sin la espera del mañana difuso, como ríen hoy quien me paro a observar con el recuerdo sin memoria del instante.

Qué se vendrá a la memoria de quien hoy ríe alegremente y disfruta del momento, sin presentir el horizonte desolado e inquietante que le depara tras el tiempo desvanecido por Kronos. Esto solamente es un  instante efervescente y pasajero, qué digo, si antes de que termine mi reflexión puede ser que no recuerde nada, tan solo siga observando esas risas, alegrías, y momentos compartidos, tan iguales, tan parecidos a los míos. Pues se que fueron míos, se que tuve esos momentos, el no recordar me inquieta, pero: ¡tengo derecho! he de haber tenido esos momentos, quizás etéreos, pero momentos que me pertenecen aun no siendo mantenidos en mi recuerdo.

Cualquier cotidianeidad es una prueba dura y nueva en mi actuar, no concibo el método, lo sistémico, aunque se perfectamente el fallo que continuamente se apodera de mí, "la memoria", mi nuevo pecado o error es no recordar simples actos, nombres, caracteres, facciones, qué se yo..., todo un delirio de incomprensión.

Me siento mal cuando alguien, precisamente ese alguien como definición de lo desconocido o "desreconocido", de un momento a otro me observo desconcertando a quien entabla una conversación, sobre todo cuando detectan que "salgo por lo cerros de Úbeda", como si para mi tuviera muchas conversaciones en mi consciente eligiendo a cada una a placer, sin previo aviso al interlocutor, quedando éste "out of" del juego del diálogo, "desconcertado" sin respuesta sobre todo sincera que reconforte mi patología. En ese momento, ese preciso instante que se me quedan mirando con la vista perdida, es cuando siento como si me lo vieran, como si lo llevara en mi frente escrito, como una marca: "Alzheimer". Y entonces me toco la frente, a veces pienso en correr hacia el lavabo y poder observar en el espejo, qué pinta tiene ese dichoso "gusano" que delimita mis recuerdos, pero qué más da, pasa ese instante y ya..., "no me acuerdo".



Jorge Vidal.