…no hay por qué quejarse sobre la libertad.
Por qué quejarse de algo deseado,
si se desea, es porque no se tiene.
Algo que se tiene, ¿se desea?
Un deseo es intención,
intención de un pensamiento,
pensamiento como imagen o
como objeto.
Objeto del deseo:
quien no ha deseado un ser,
un ser distinto a uno mismo,
un ser que te atrae sin saber por qué.
Temida la mirada del deseo,
un cruce de deseos,
un cruce de miradas,
abatidas por un “eh, quieto”.
Ser perro, no ser humano,
ser perro en mundo humano,
libertad resquebrajada,
libertad coartada.
…Una mirada lastimada
que no puede ser trascendida.
Mirada perdida, verse frente a frente
sin poder presentarse.
Qué delicada libertad condicionada,
condicionada al mundo de otros.
Otros que nos ignoran
que nos anulan,
ejerciendo como dueños o Dioses
de nuestras vidas.
¡Vida perra!, pero es la mía.
Dejadme vivirla a mi manera.
Sentimientos de esclavitud
al ver el saludo de ambos canes
cada cual unido mediante correa,
correa como cadena inmovilizante
ante su “Dios”, con poder de disposición
en sus vidas.
Saludo roto, roto por una frase:
“eh, quieto” y,
verla pasar, pasar ante mi
sin retener la intención,
intención que se rompe por condición.
Condición del can,
condición del mundo de otros.
Sólo eso…,
un can en mundo humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario