viernes, 27 de julio de 2018

MIRANDOME.


Miro, pienso, ¿qué veo?
Mi pregunta no tiene respuesta.
Ver por ver, sin mirar,
mirar viendo, pero ¿qué más?

Ver y mirar, pero más allá
¿qué habrá?
Tras esa mirada,
ver, pensar, mirar.

Y sin más una vida vivida,
noche sin fin, día eterno
sin retorno. Ver y no ver.
Mirar y no pensar.

Algo de vida reflejo del ser,
alma bendita tras el papel.
Sentir, pero en tiempo parado,
sin existir el paso del deterioro.
Delante de la vida y haber vivido.

Mirada: ¿solo tú sabes que ves?
Y si así es: ¿qué piensas del ser
o haber sido?
Esa mirada dice que ves, piensas y estás.
Estás sin estar, estar en recuerdo, pues eso
que hay es pasado.

Una existencia etérea, 
una quietud del ser,
una variedad de ver
sin saber que hay detrás.

En la retina circunda
todo un hálito, 
desprendiendo vida, 
o haber vivido.

Esa mirada lo dice todo,
pero, también no dice nada.
Puede estar vacua,
pero extremo doloroso 
el suyo, si vacía pervive.

Con la soledad resucita.
con la soledad su pensar,
recapacita, y defiende
lo justo y veraz que 
hay detrás del mirar.

Ver, mirar, vacilar
¿qué más da?
Una vida en los ojos
se refleja y sitúa
un pensar, desconocido
extraño, de quien lo ve
pero no mira. 

Ver, oir, pero 
no vivir, pues ajeno
su mirar, no encontrado
lacónico, trémulo y áspero.

Un adentro retiene
la mirada lo mantiene
sin más que un momento
retenido y mantenido
ese mirar vacilante 
que desafía el pensar.